domingo, 1 de marzo de 2009

Amo... leer (parte II)

Podría haber pasado Cien Años leyendo. Inmersa en una historia eterna, que algún día comenzó, pero jamás terminó. Retorcida en un laberinto de detalles, nombres, personalidades.

Podría haber vivido Cien Años en Macondo, comprendiendo las diferencias de otra cultura, otra historia, otro mundo. Un mundo con música propia, gente propia, lengua, amores, trato, relaciones, pensamientos propios. Pero no muy lejanos a las mismas miserias que el mío. Pero con una forma de enfrentar los convencionalismos que muchos envidiaríamos. Luchando contra reglas inventadas, haciéndose cargo de las consecuencias de las rupturas de lazos, soportando los resultados de malas decisiones, imprudencias, sentimientos por alguien prohibidos.

La mujer exaltada hasta los infiernos del deseo, el incesto y el amor. El hombre abstracto, concreto… hombre. Infiel, corrupto, libidinoso, rencoroso, imprudente, débil, fuerte, figura, poderoso. Hombre real, sufrido y feliz, amoroso y déspota. Hombre y mujer que se funden en la figura de “pescaditos de oro” que duran una eternidad. Duran y se pierden, se encuentran y se diluyen.

Cien Años de una historia de libertades absolutas, de conquistas ajenas, de luchas. Cien años no son nada, son pasado, son futuro. En Macondo nada está mal, nada está bien, sólo se es. Se es uno, malo, bueno, raro, excéntrico, mágico, delirante, absoluto.

Podría vivir Cien Años en Macondo. Mala, buena, excéntrica, mágica, delirante, absoluta.

L. M. J
(Cien Años de Soledad - Gabriel García Márquez)

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